“Los hindúes tienen una fábula sobre el pájaro mítico Bhérunda. Es un pájaro con un cuerpo, pero con dos cuellos, dos cabezas y dos conciencias independientes. A raíz de la continua convivencia, las dos cabezas empezaron a odiarse y decidieron hacerse daño entre sí, por lo que empezaron a tragar piedras y veneno. El resultado es evidente: el pájaro Bhérunda empieza a tener espasmos y muere gimiendo en voz alta. Krishna, con su misericordia ilimitada, lo resucita para que recuerde siempre a los hombres cuál es el final de cualquier odio. Jamás consume sólo al odiado, sino siempre y a la vez -y puede que con más fuerza- al que odia»

“Una mejora realmente fundamental y esperanzadora del ‘sistema’ no puede ocurrir sin un cambio significativo en la conciencia humana”. Vaclav Havel, Perturbar la paz, 1986.
En una reunión en la que participé recientemente con mis compañeros de ruta existencial, aunque faltaron algunos que mucho aprecio y en la nostalgia siento; seguidores todos de la democracia cristiana como pensamiento y movimiento político, como compañeros de partido y varios como sociedad civil, nos consternamos por una constatación común a todos; nuestra gente está sumida en una suerte anímica compleja en la que sintomatológicamente se advierte la desesperanza, la frustración, la amargura y la segregación de la nación como cuerpo histórico, social, político, religioso, cultural y especialmente espiritual.
Vivimos a modo colectivo, parental y societario una hora menguada. Nuestros hijos lejos, anotan muchos y los demás, no se acercan a compartir nada porque están en la brega de la…
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