Asomado a la ventana,
entornaba la mirada
sobre el paisaje de tejados
de aquellas viejas casas,
de gentes que ni conocía,
que ni siquiera sabía,
si todavía vivían,
o murieron hace ya tiempo.
Sentía que esa atonía que le aquejaba,
le venía de fuera hacia adentro,
como si sus días se hubiesen vaciado de contenido,
y su vida se hubiese detenido…
Tal vez solo fuera,
su ociosa percepción del tiempo.
Hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo,
igual que ayer, y antes de ayer.
¿Se hallaría vaciada de ilusiones su vida?
¿O sería efecto del claustro fóbico encierro?
Viviendo semanas, meses
sin ventilar ni respirar sus sueños.
A lo mejor había ya muerto,
y ni siquiera se había enterado.
Aunque conciencia tenía
de estar matando las horas,
perdiendo un tiempo precioso,
en ese pesado languidecer de sus tardes.
Solo sabe que de él depende,
superar ese abismo.
Nadie vendrá en su rescate,
ni siquiera esa noticia
que lleva una vida esperando.
¿Pues qué hacer entonces?
¿Cómo devolver la ilusión del mañana?
La chispa de una primera vez.
O, llevar la mirada hacia donde nunca antes nadie miró.
Y qué tal, si la respuesta se hallará en ese pensamiento:
«No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo»
Pero como reza el refrán, no hay mal que dure cien años…
Y por fortuna,
todavía le quedaba su fe
en que para bien o para mal,
todo acaba llegando.
Publicado originalmente en Palabras para recordar
Autora: Roxane
Fuente: https://pararecordar.wordpress.com/2022/04/01/la-vida-detenida/